Seamos realistas, por mucho optimismo que le pongamos, enero es un mes tristón. Las fiestas se han acabado, los excesos navideños nos han regalado un par de kilos extra y aún tenemos por delante un largo y gris invierno (y probablemente una cuenta corriente muy menguada). Sin embargo, ¡¡no todo está perdido!! Para sobrevivir a
Hacer más ejercicio, dejar de fumar, aprender un idioma… Estos primeros días de enero tienen una protagonista indiscutible: la lista de buenos propósitos de Año Nuevo. ¿Tenéis ya preparada la vuestra para 2015? Y, lo más importante, ¿la estáis cumpliendo? Cada año nos hacemos las mismas promesas y cada año las abandonamos vilmente
¿Qué le pedimos todas a nuestro cabello? Que esté fuerte, suave y…¡que brille! Porque un pelo brillante es sinónimo de un pelo bonito. Sin embargo, en muchas ocasiones nos equivocamos de camino a la hora de luchar contra el cabello opaco y acabamos engrasándolo sin remedio. Vamos, que parece imposible tener una melena brillante
¡¡Pipipipí-pipipipí-pipipipí!! Son las 7 de la mañana y suena el despertador. Demasiado pronto, como siempre. Te arrastras medio dormida de la cama al baño y mientras bostezas con todas las fuerzas de tu alma, te miras al espejo…Ahí está tu pelo, convertido en una encrespada maraña sin forma. El horror. Peinarlo no funciona, ponerte espuma
Originario del suroeste de Marruecos, el aceite de argán es uno de los secretos de belleza más preciados por los bereberes, que lo llevan utilizando desde hace siglos por sus propiedades hidratantes y fortificantes.
Aceptémoslo, ¿a quién no le gusta tener un cabello bonito? Una melena sana y brillante o un corte fresco y desenfadado nos hace sentir más seguras de nosotras mismas, más guapas y, por qué no decirlo, también más felices. Sin embargo, a veces no es fácil cuidar nuestro pelo.